martes, 2 de agosto de 2011

Argumentos

Un primero de septiembre en Saitama, en concreto, el del año sexto del siglo XXI.

Faltan un minuto y treinta y nueve segundos, Pau recibe de espaldas con la defensa de Oberto, entre el poste medio y el poste bajo. Un minuto y treinta y siete segundos. Sale por su hombro izquierdo hacia el fondo y por velocidad gana al pívot argentino. Un minuto y treinta y seis segundos. En el desplazamiento lateral, es cargado con falta, y termina en el parqué. Mala cara; algo no va bien. Anota los dos tiros libres -después confirmaríamos que con el dedo meñique de su pié izquierdo, roto- y pide el cambio: seis arriba. Aprieten los dientes; triple de Pepe y falta a José Calderón.


Tiempo muerto de televisión. Pau, sentado en el banquillo y alejado del corro, es consciente de la gravedad de su situación personal y de la gravedad del trance. El resto, le miran de soslayo como al ídolo doliente, no como al hermano recluta.

Carrusel de decisiones, faltas, tiros libres y un triple estático lateral que todos soplamos fuera del aro; sobrevivir.

Ese momento trascendental, aturdidos emocionalmente, finalmente vivos por inercia, se representa fielmente en el abrazo lloroso de la victoria. Ese golpe a la madurez de un grupo, acostumbrado a deslumbrar por su talento, que se une en la fatiga y la congoja, pero también en el orgullo de su líder caído. En ese instante, ya no representan a un país; han trascendido a ideologías, naciones o límites. En esa fracción del combate, aun quedando una última batalla contra los helenos, son Patrimonio de la Humanidad: un equipo consagrado a honrar a su amigo.

Después, la satisfacción por vivir una ínfima parte, la inmensa calma posterior al derroche de emociones, el soniquete permanente del malogrado Montes, las repeticiones oníricas…

Este verano, a ocho mil kilómetros menos de distancia entre las sedes y el País Extremeño, acompañado de dos personajes pretendo palpar en directo la épica. Pero como entonces para ellos, la competición sólo es una excusa para ensayar la hermandad.



Y como ellos, yo también llevo mi barba.

lunes, 1 de agosto de 2011

Preparando el Atrezzo para el Eurobasket

Saltándome a la torera (y nunca mejor dicho) la linealidad de la historia, contaré que ya tenemos disfraz de torero, y es que uno de los tres va a ir de esta guisa.
El disfraz que he conseguido es relativamente pequeño, así que por tamaño me da que me va a tocar a mí, porque un tío de 1.80, o de dos metros en su defecto, encajado en este traje va a ser perder ya demasiado la dignidad, la poca que tenemos vaya. Curioso cuando menos es disfrazarse de torero cuando a ninguno de los tres ni nos van, ni nos vienen los toros, pero había que tirar de tópico topicazo, porque la otra opción era disfrazarse de montehermoseña, mucho más característico del País Extremeño, pero es que los gorros (http://xurl.es/zkyhf) como que no nos van a caber en la mochila y conseguirlo en Lituania, llamadme agorero, va a estar muy difícil, además de que no iba a poder ver el de la fila de atrás y nadie iba a tener ni puñetera idea de qué vamos vestidos (excepto Calderón claro está) , así que nada, tipical spanish oiga, toreros y flamencas.
 Y es que irse a Lituania a ver a la Selección Española y no dar el cante... como que queda feo, ¿que no? Capaz de pensar los lituanos que somos gente seria y todo. Además, hay que intentar ganarse un minutito de gloria, a ver si la sexta se fija en nosotros y hace que nuestros padres dejen de sentirse orgullosos de sus hijos.

En fin, ahora queda conseguir el disfraz de toro y el de faralae, que ver a Ángel o a Diego con peineta va a ser divertidísimo.